Marruecos en colores
Podemos describir Marruecos a través de sus colores, porque Marruecos ofrece vida, mucha vida, a través de ellos.
Nosotros queremos transmitir esa intensidad en nuestra imagen corporativa y nuestra web, escogiendo los más representativos de la cultura bereber.
Te contamos Marruecos, en colores:
Naranja
Como en nuestro logo, los colores del sur son los de las dunas del desierto del Sáhara que tienen ese color anaranjado tan potente. A veces parece amarillo bajo la inclemencia del sol que lo calienta, o se torna de un marrón oscuro si la arena está mojada.
Durante el día, la luz y las sombras, la orientación y el viento, le dan todas las tonalidades posibles a este color tan vivo del desierto que, contrariamente, siempre identificamos con la nada.
Descubriremos que el desierto alberga mucha vida, tantísima durante su día y su noche. Y nos insuflará tanta, que formará para siempre parte de nuestros corazones y nos cambiará la manera de ver el mundo.
Amarillo
Es el sol de nuestro logo que ilumina todos los paisajes del sur y también del norte del país en verano. El mismo sol que resplandece en sus playas atlánticas y también sobre el azul esmeralda del Mediterráneo.
También lo son los botoncitos de flor de unas plantas diminutas que crecen en el desierto.
Es el color del grano del cuscús que rebosa cada viernes humeante después de la plegaria, en los platos de los comensales entre verduras y trocitos de carne.
Es el casi ocre de los dibujos bordados que resaltan en el azul de las gandoras de los hombres del desierto, asemejando el color de la arena. Los que habitan ahora las dunas de Merzouga. Y de los llamados hombres azules, los tuareg, más al sur del mismo desierto del continente africano, que lleva en la ruta de las caravanas desde Zagora a Tombuctú.
Azul
De azul son las letras de nuestro nombre. Como el azul eléctrico de la gandora bereber de esos hombres del desierto, y del pañuelo con el que envuelven su rostro moreno y su mirada penetrante.
La perla azul es el nombre que recibe Chefchaouen por el índigo de sus callejuelas, y de sus puertas de madera pintadas de ese mismo color más oscuro. El que ha hecho archifamoso este pueblecito del Rif.
El azul del cielo, del mar, de los ríos y de los lagos que se extienden por doquier. El de las barcas pesqueras repletas de redes bajo las gaviotas del puerto de Essaouira, o de tantos lugares marineros. También el azul de las pateras de pesca y de inmigrantes del estrecho de Gibraltar y las costas del Mediterráneo para llegar a Europa.
No olvides el azul de ultramar de la casa que tan maravillosamente combina con el verdor de sus plantas. Son los turísticos y artísticos jardines Majorelle de Yves Saint Laurent, que se encuentran en la bella y exótica Marrakech.
Rojo
La ciudad roja, así se llama a la única e irrepetible Marrakech. De muros armónicamente teñidos de ese cálido color que vibra al unísono con las altas temperaturas de la ciudad y esa neblina entre el bullicio de la gente y las motocicletas.
El coraje se refleja en el rojo de fondo de las banderas marroquíes. Inundan las calles de las ciudades por las que pasa el rey, vistiéndolas de gala durante su estancia, y adornando sin igual avenidas y boulevards. Rojo también es el símbolo que representa al hombre libre en la bandera tricolor que define el espíritu bereber.
Es el rojo de las emociones que se encienden entre las gentes. El rojo de las manzanas de Midelt, a medio camino entre el mar y el desierto. Y también de las fresas de la costa atlántica de Larache.
Blanco
El frío blanco de las nieves del Atlas se divisa desde las calles rojizas de Marrakech, y desde los oasis al sur a lo lejos, al otro lado de la cordillera. Es la nieve que inunda los alrededores de la ciudad suiza de Ifrane y las carreteras hacia el Toubkal.
El blanco también se combina con el rojo en las faldas de las mujeres del norte. En Marruecos, el blanco vestía las viudas.
Las gandoras de los hombres son blancas cuando van al rezo los viernes con la estera debajo del brazo o durante la fiesta del ramadán.
El blanco encalado de las medinas es el mismo de la bella Tetuán, a la que apodan la blanca paloma, y de grandes metrópolis como Rabat y Tánger.
Verde
El verde oscuro y elegante de la estrella de la bandera marroquí cuyas puntas representan los cinco pilares del islam. Se parece al verde exuberante de las palmeras que se extienden por los inmensos oasis repletos de vegetación que crece bajo ellas.
De verde intenso es el bosque de cedros de Azrou en el que se esconden los macacos de berbería y que fueron el hogar del último león del Atlas.
Los ojos de algunos bereberes son de un verde esmeralda misterioso. Me recuerda al verde marino de los ornamentos de la mezquita de Hassan II en Casablanca y que le dan esa belleza especial sobre el mármol mortecino.
Es precioso el verde brillante de las tejas de las casas del norte, las que también se amontonan en las tiendas de artesanía en los arcenes de las carreteras, junto con las tejas brillantes azules.
El romántico verde claro de los pastos del norte se une al de los campos de grano de la zona de Fez y Meknes, antes de ser secado.
Marrón
Es el color de las rocas que se levantan imponentes sobre los palmerales, y sobre angostos cauces de río. Los marrones que pintan las altas montañas del Atlas.
Y las casas de adobe que se juntan por doquier en pequeños pueblecitos. O la inmensa Kasbah de Ait ben Haddou y las fortalezas y graneros que se atesoran en el sur del país. Es el color de la tierra seca del Antiatlas.
También es el color de la terracota. Del barro con el que se hacen los deliciosos tajines de cordero. Y de los montones de especias para condimentar la comida.
De marrón transparente es el té caliente a la menta que nos tomamos en las jaimas de marrón oscuro de pelo de dromedario que nos cobijan en el calor del desierto o el frío de las montañas del Atlas.
También muestran una paleta de marrones la mayoría de las bañeras de tinte de las tennerías de Fez. Allí se hacen bolsos y chaquetas de piel, y son la imagen que más identifica la ciudad.
El delicado color de la henna de los adornos en la cara y las manos de las mujeres se desdibujan con el tiempo. Forman parte de un código de símbolos ajeno a los extraños.
Negro
Es el color del Khol, el maquillaje de los ojos de las mujeres que perfilan su mirada con el color más oscuro para hacerla más bella e intrigante.
En el hammam, o en casa, puedes utilizar el jabón negro beldi, que quiere decir oriundo del país. Es una pasta a base de aceite de oliva. A parte de limpiar y proteger la piel, la prepara para el «gommage» y exfoliación, de manera que después de este tratamiento, ésta queda muy suave y tersa.
Pero sobretodo es el negro inmenso y estrellado de las noches abiertas del desierto y las montañas, lejos de la luz de la modernidad y las ciudades.
Dorado y plata
Doradas son las estrellas en el firmamento y las cargadas decoraciones arabescas modernas en los hoteles de lujo o restaurantes.
De oro son las puertas del palacio real de Fez, y el color del aceite de argán que saboreamos con el pan de los desayunos.
La plata de los collares y anillos bereberes con su diseño de piezas tan especial, está en las teteras y en toda la orfebrería artesanal.
Arco iris de colores en Marruecos
Todos los colores de Marruecos imaginables se impregnarán en los azulejos geométricos que conforman los preciados mosaicos o zelig artesanales. Cubren fuentes, paredes y suelos de los principales monumentos y de la exquisita arquitectura urbana marroquí.
Las encantadoras combinaciones de colores se entremezclan en los dibujos de las alfombras y mantas tejidas en los telares de las mujeres bereberes de las tribus. Y salpican las joyas de todos los estilos que confluyen en el país.
Los murales multicolores de las paredes se renuevan de año en año en Assilah de la mano de jóvenes pintores.
De colores se dibujan los platos y vasijas de cerámica que se venden en los zocos más artesanales y todas las tiendas de souvenirs.
Un arco iris surge cada día en las cascadas de Ouzoud, en medio del Atlas. Busca el lugar donde, no importa el día, lo encontrarás entre el agua mostrando todos sus colores.
Por la noche, la navidad eterna, que no existe en Marruecos, se ilumina con decoraciones de bombillas de colores en las calles de muchas ciudades.
De día, paseante de un zoco cualquiera, los verás todos una y otra vez, en sus mil y una formas, hasta quedar extasiado. Y volverás a casa a descansar la vista para escribir un nuevo post sobre Marruecos, también en colores.
Y tu, ¿en qué colores ves Marruecos?
Si quiere verlos todos, escoge uno de nuestros tours en Marruecos. O sigue leyendo más sobre Marruecos en el blog.