Blog de viajes de Marruecos

De mudanzas en Marruecos

Hemos pasado ya por algunas mudanzas en Marruecos, y, como todos, escuchado otras tantas de amigos. Algunas a pisos amueblados y otras a pisos nuevos por estrenar. O de segunda mano sin nada o todo por arreglar.  Es divertido contar las anécdotas con que se encuentra cada uno y cómo se afrontan, si no se convierten en monólogos, claro. Este es uno si no dejas comentarios abajo.

La colaboración

En las mudanzas en Marruecos como en todas partes, muchas veces se necesita acondicionar alguna cosa. Nosotros hemos encontrado siempre gente que trabaja muy bien y no nos cobra excesivamente. El trato ha sido afable y generoso, y acompañado de servicios extra por ambas partes: Desde acompañarnos a la tienda en Casa Barata a elegir el calentador del agua y cargarlo hasta el coche, hasta encontrarnos el siguiente operario que nos va a ayudar en otra cosa específica que necesitamos. El teléfono echa humo en esas ocasiones. Por nuestra parte los hemos invitado a comer juntos si es hora del almuerzo, o transportado en nuestro coche cuando se necesitaba.

Para alguien foráneo que quiere hacer las cosas solo, todo es más complicado. Y si las quiere hacer a su manera, aún más. Esta persona hubiera tardado siglos o hubiera encontrado uno más caro o de menor calidad, si hubiera ido a comprar el calentador solo en una ciudad que no domina en este aspecto. Nos dejamos aconsejar con criterio y ayudar sin abusar. O compensando de alguna manera.  La teoría es que muchos resuelven el problema más rápido que unos pocos. Y la generosidad se da y se recibe por lados distintos. Hemos encontrado personas que desinteresadamente nos han ayudado a cargar las cosas en el coche (lavadora incluida). Y otras que nos han dado los mejores consejos para comprar cosas que nos faltaban de manera económica.

La confianza

A veces pienso que quizás es porque uno de nosotros es de aquí, y la confianza genera confianza. El caso es que en nuestras mudanzas en Marruecos siempre ha habido rapidez extrema cuando lo hemos necesitado. Y también acabados correctos (bueno, siempre, siempre, no, porque ahora me acuerdo de un lavabo..). Ha habido transportes de muebles que parecían imposibles al principio. Y es que lo que no se pueda hacer en Marruecos…

Pero hay quien acaba entrando en una guerra abierta con todo el mundo. Desde la perspectiva europea, realizar un contrato con todos los detalles puede igualmente exasperarte cuando no se cumple ninguno. Y que acabes entrando en una dilación de conversaciones eternas en la que pierden todos, propietario, inquilino y contratista. Al final nadie consigue el objetivo de que se empiece a vivir en la casa y pagar los costes. Por supuesto, siempre es mejor un buen acuerdo verbal que un papel minuciosamente escrito por el que seguro quedará un agujero por el que litigar eternamente y desgastarse antes de haber empezado a vivir allí. El mejor consejo, no obsesionarse y relajarse. Ir con la flexibilidad justa para no dañar las relaciones y conseguir el objetivo en un plazo aceptable.

Los detalles

Por otro lado, es verdad que los buenos acabados en obra en Marruecos son difíciles de conseguir. Quien trabaja bien hay que buscarlo. La muestra son tantos pequeños detalles en acabados de algunos nuevos hoteles con varias estrellas dignos de una buena sonrisa: desde baldosas mal puestas, marcos de maderas mal alineados o cortados, conexiones eléctricas mal ubicadas y sin sentido, o directamente la planificación de los espacios y sus elementos. Si esto ocurre en edificios destinados al alto standing, que no ocurrirá en un simple piso que se acondiciona para un particular. Aún me pregunto el significado de algún enchufe en nuestro primer piso.

Si, evidentemente uno tiene que estar supervisando como en todas partes, que las cosas se hacen como se ha ideado.  Una supervisión colaborativa, la llamaría, en que muchas veces participamos en hacer las cosas sin molestar. En nuestras mudanzas en Marruecos, ayudamos en todo lo que se puede. Unos amigos nuestros preparaban el café cada mañana a sus operarios; pero claro, al final también te puedes encontrar que hay quien abusa y te confunde con un camarero, hasta el punto de llegar a pedirte la marca de tabaco que se quiere fumar en el descanso. Al final la fiesta para algunos terminó abruptamente.

Hay a quién le sale su controlador interior, y acaba fijándose en todos los detalles. Vigilando de cerca cada movimiento del que trabaja y ordenando rehacer las cosas por doquier. Esto provoca aún una desidia más acentuada y mayor número de errores, a los que igualmente se puede acabar sucumbiendo.

Fuera pre-conceptos

Por otra parte, es fácil caer en la búsqueda de una idea predeterminada, que existe en otro país, el tuyo. Y sin embargo en éste no. La primera vez me obsesioné buscando una cama como la que tengo en España. Al final, acabé rindiéndome a la evidencia: «No hay!». Si no la encargaba especialmente, no la encontraría. Y eso que en Tánger se puede encontrar mobiliario de los antiguos habitantes europeos del protectorado.

También puede chocar encontrarse otras formas de entender los espacios, como los fantásticos salones marroquíes. Son ideales para echarse una siesta, trabajar con el ordenador, departir una charla entre amigos o cenar en las mesitas móviles redondas que acompañan esas largas hileras de «sofás» con cojines. Será porque me recuerdan a la «tumana» (así lo pronunciábamos de pequeños quitando la -o- inicial) que había en casa de mis abuelos a lo largo de la pared cercana a la mesa del comedor, que estos sofás me encantan especialmente. Era ideal para echarse, o sentarse muchos en poco espacio, y pasar la tarde conversando mientras mi abuela no paraba de coser. Y es que son ideales para cuando tienes visitas improvisadas a dormir en casa y no hay suficientes camas.

En cuestión de espacios, sin embargo, cuando buscábamos piso amueblado para alquilar no llegué a acostumbrarme a no tener un lugar, una mesa y una silla en una habitación aislada para estudiar, leer o trabajar. Quizás buscábamos en pisos no europeizados. O quizás no buscamos suficiente. Durante mucho tiempo el salón sin televisión fue nuestro despacho improvisado. Cada mesa redonda tenía sendos papeles. Y el otro salón con la televisión, hacía las veces de comedor vespertino. Al final, el piso sin amueblar fue la solución. Porque hay cosas a las que uno no se acostumbra, y tener un lugar donde concentrarse es esencial para nosotros.

Es cuestión de gustos

Después cabe tener en cuenta el estilo. Hay quien remodela el piso al estilo europeo, o al revés, totalmente arabizado. Desde luego, a menudo tienen que convivir ambos estilos si no se pueden hacer grandes obras en la vivienda. Los arcos y pasamanos de obra, antesala de los salones, o las molduras recargadas en los techos y juegos de luces increíbles en los más modernos, se adaptan al estilo de cada cual. Encuentro esta mezcla de lo más divertida y con encanto.

Y por último está, encontrarse después de cada una de las mudanzas en Marruecos las ventajas y los inconvenientes del nuevo alojamiento que uno no había sopesado y que van saliendo poco a poco. Y se comprueba si vale la pena todo lo que ha pesado en la decisión de cambiarse de casa: la relación calidad/precio del alquiler, la sensación de comodidad y de encontrarse en casa que uno siente cuando está entre sus paredes, los vecinos, el barrio, el ruido,  la orientación. O habrá que ir empezando a pensar en la siguiente mudanza.

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