Un día de estos alguien me contó un cuento sufi sobre el miedo. Lo escuchó hace algún tiempo, quizás en un programa de Al Jazeera, la cadena árabe por excelencia. El cuento parecía sufí porque éstos con la escena sorprendente o tan gráfica que relatan, mueven a la emoción y con ella el aprendizaje.
En estos tiempos tan raros, algunos no habrán notado casi la incidencia del virus y otros estarán pasado la peor época de sus vidas. Por la enfermedad misma o sus consecuencias. Y aún nos queda por vivir en esta incertidumbre que no sabemos cuando acabará.
Quizás simplemente debemos aprender a vivir con ella, sabiendo que de alguna manera siempre había estado aunque intentáramos hacer ver que no. Se dice que cuando llegue tu hora pues así será y no hay que darle más vueltas. La aceptación, en función de la cultura de la que uno provenga es más o menos fácil. Y como afrontar las crisis también.
A veces, estos cuentos son bien contundentes, como el que sigue. Pero sirven. Este cuento sufi sobre el miedo iba tal que así, más o menos:
El cuento sufi sobre el miedo
Ante el sultán, un médico y un necio del pueblo se habían retado a tomarse al día siguiente cada uno el veneno que haría el otro. El hombre necio fue a buscar el veneno más potente, de serpiente o escorpión que sabía todo el pueblo. El médico sin embargo, se encerró toda la noche en su consulta, y comenzó a hacer ruidos, los más extraños posibles simulando que preparaba algo; sin embargo no preparó nada. El ignorante lo oía y no podía dormir.
Cuando llegaron ambos ante el sultán al día siguiente, les emplazaron de tomarse el veneno cada uno del otro. En la botella del médico había agua, en la otra veneno. El hombre necio estaba aterrado pensando en que debía haber preparado el médico con tanto revuelo el día anterior. Tanto miedo tenía, que de golpe cayó al suelo y se murió de un ataque al corazón antes de tomárselo.
El médico había ganado. Literalmente, el ignorante se murió de miedo. Como es bien sabido, un poco de miedo es bueno pues nos prepara y nos hace ser prudentes, pero tener un miedo desproporcionado no sirve de nada vamos, o si, de morirte más rápido.
Moraleja: estemos tranquilos, lo que tenga que ser será, aunque para que sea bueno, sé inteligente en tus acciones, como el médico.
Fin del cuento. Si alguien sabe contarlo mejor o nos dice el origen para referenciar el autor lo pondremos. No hemos sabido encontrarlo.
Deseamos a todos que salgamos de ésta y podamos volver a disfrutar de las cosas bonitas de la vida, como los buenos viajes, o tan simples como el abrazo de vuestros seres queridos.